Interior
Planta baja
“Me gustaba la acción; me gustaban las empresas arriesgadas… Siendo un bebé, todavía en brazos de la niñera, me encantaba que me bajaran a los establos, a tocar el testuz de las vacas. Aún tengo viva la impresión que me producían sus ojos húmedos, enormes. En cuanto fui un poco mayor me apliqué a realizar un hecho que a mí entonces me parecía épico: pasar por debajo de las caballerías y las vacas, entre sus patas…”
Así describía Valle-Inclán -en una entrevista publicada en El Heraldo de Madrid el 13 de marzo de 1926- los recuerdos que tenía de la planta baja de la Casa do Cuadrante. Por aquel entonces, toda esta área estaba ocupada por las cuadras -divididas por tabiques para separar los animales-, las bodegas, además de los aperos propios de una casa rural de la época.
El calor desprendido por las cortes servía de calefacción para la casa en invierno. Para conservar el calor, la ventilación se realizaba a través de unos pequeños huecos abiertos en las paredes, llamados bufardas. Todavía hoy se pueden ver dichos respiraderos en la planta baja de la edificación.
En la actualidad, este espacio se dedica a las dependencias administrativas municipales, la oficina de turismo, la recepción y una amplia sala de exposiciones. Podrás realizar un repaso a través de la vida y obra de Valle-Inclán, descubriendo auténticos tesoros editoriales.
En las vitrinas podrás ver medio centenar de primeras ediciones de varias de las obras del escritor. Entre ellas no faltan la Sonata de Otoño (1901), de Estío (1903), de Primavera (1904), o los cuentos de Jardín Umbrío (1903), donde se hacen varias referencias a la propia Casa do Cuadrante. Otros de los títulos de referencia que podrás ver del literato son Divinas palabras (1920), Luces de bohemia (1920), que dio lugar al particular esperpento valleinclaniano, o Martes de Carnaval (1930).